martes, 18 de febrero de 2014

Cosmópolis, de Cronenberg.

El discurso del universo Cronenberg se ha ido desplazando del gore,la descomposición,las invasiones de gusanos,la telequinesia destructutiva y teratologías violentas, a otros registros: más hacia la mente enferma de los personajes, el mundo de códigos mafiosos.
Y hasta ahí todo iba bien para mí, su admirador, luego, con UN MÉTODO PELIGROSO fue fehaciente que andaba explorando la psique de la sexualidad y la destrucción y ya me aburría...Ahora nuevamente me sorprende con COSMÓPOLIS...que la juzgo un binomio BAUDRILLARD-LIPOVETSKY mostrando las planices de la vaciedad del sujeto, por el lujo billonario ofensivo que se reviste de banalidad y anomia.
Ese ritmo lento,con diálogos de hastío y estupidez hiperconsumista,violentos destructivos, aún conservan una impronta ciento por ciento cronenbergiania:el sempiterno desarreglo de los sentidos que le encanta narrar. Es una propuesta estética-filosófica-cinematográfica muy antagónica a los filmes de temporada y vale. El guión toma literalmente muchos diálogos de la novela epónima de De Lillo...sólo que el libro me parece aburrido,bueno el film también...y pienso: qué tal que estoy ante un universo ignoto que se me cierra y no tengo las claves de su hermenéutica.Veré Cosmópolis de nuevo con dos Nespresso colombianos y un drinkazo de wiski.

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